Chegamos ao crepúsculo da era científica?
Texto original em espanhol, seguido pela sua tradução.
¿Hemos alcanzado el ocaso de la era científica?
La historia revela una sucesión de amaneceres y crepúsculos en diferentes facetas de la actividad humana. Mirando al pasado, podemos ver cuándo y por qué nace la ciencia. No sabemos con precisión cuándo ocurrirá su final, pero ya se ve venir sin embargo tal declive, en particular en las ciencias puras. Después de un verano muy caluroso, siempre llega la época de caída de las hojas.
Hoy, la ciencia y algunos de sus sacerdotes disfrutan de un alto estatus en nuestra sociedad. Se invierten cantidades ingentes de dinero para apoyar investigaciones en ciencia fundamental. La cantidad de publicaciones, la cantidad de grandes instrumentos y la tecnología creada, el número de empleos en investigación, el control preciso de nuestra ciencia en comparación con los tiempos pasados, podrían considerarse argumentos suficientes para mostrar que la ciencia está viviendo actualmente en una edad de oro. Sin embargo, hay algunos síntomas que apuntan a la decadencia de nuestra cultura científica:
En primer lugar, nuestra sociedad se ahoga entre cantidades desmesuradas de conocimiento, en las que mayormente no hay sino investigaciones de poca importancia para progresar en nuestra visión del mundo, aspectos secundarios que no producen avances en los fundamentos básicos de la ciencias puras.
En segundo lugar, en los pocos campos donde se han dado algunos avances importantes para entender cuestiones aún no resueltas, grupos poderosos de administradores de la ciencia controlan el flujo de información. Tienen sesgos inherentes que resultan en una preferencia por verdades consensuadas, en lugar de tener discusiones objetivas dentro de una metodología científica. Este proceso da pocas garantías de que estemos obteniendo nuevas verdades sólidas sobre la naturaleza de las cosas.
Finalmente, si el proceso científico actual continúa como está, la creatividad individual está condenada a desaparecer. De hecho, los científicos verdaderamente creativos están siendo paulatinamente sustituidos por grandes corporaciones de administradores y políticos de ciencia especializados en buscar formas de obtener dinero de los Estados en megaproyectos con costes crecientes y retornos cada vez más raquíticos.
En esencia, nuestra ciencia se ha convertido en un animal sin alma, o más bien una colonia de animales, un grupo de organismos, que devoran los esfuerzos humanos y no ofrecen nada más que crecimiento por el fin del crecimiento. Las organizaciones científicas se comportan como una colonia de bacterias que se reproducen hasta donde llega la comida disponible. Cuanto más los alimentas, más crecen: más estudiantes de doctorado, más investigadores posdoctorales o con plaza fija, más artículos publicados, más supercomputadoras, más telescopios, más aceleradores de partículas, etc. Y, si el grifo de dinero se cierra, la cantidad de personas que dedican su tiempo a la ciencia y sus subproductos se reducen proporcionalmente.
El proceso en la ciencia actual se reduce a encontrar un pequeño nicho en la naturaleza que analizar, haya o no haya en él alguna cuestión fundamental que resolver, para luego publicar artículos sobre tales feudos, obtener citas de colegas con el objetivo de obtener trabajos y dinero extra para gastos, obtener dinero para emplear a más estudiantes de doctorado, investigadores postdoctorales, etc. Y cuando estos estudiantes e investigadores postdoctorales crecen, se convierten en nuevos investigadores senior que piden más dinero, y así sucesivamente gira la rueda del destino. El sentido de toda esta industria es el de la vida primitiva: solo una lucha por la supervivencia y la propagación de genes intelectuales.
No es solo una crisis de sentido y espíritu, también hay o habrá una crisis en el negocio de la ciencia, al menos para las ciencias puras. Las ciencias aplicadas y la industria de aplicaciones tecnológicas son otro cantar, lejos de estar en decadencia viven una eclosión sin parangón, pero pertenecen más al espíritu mercantil-ingenieril que a la curiosidad científica. Las instituciones científicas siguen la estructura del capitalismo, por lo que deben crecer continuamente. La labor experimental en aspectos fundamentales de las ciencias puras se vuelve cada vez más costosa, optando por el camino sin retorno de sostenerse mientras se mantenga el aumento de inversión económica y, cuando se alcance el límite donde ya no pueda crecer, será inevitable su crisis.
Hoy en día, los países más ricos tienen como objetivo invertir alrededor del 3% del PIB en investigación y desarrollo, de los cuales el 20% se dedica a las ciencias puras. Este gasto es mucho más alto que en el pasado, tanto en términos absolutos como relativos, y ha crecido continuamente en las últimas décadas, con pequeñas fluctuaciones. Tal inversión, posiblemente, ya está cerca del límite asintótico en términos de la cantidad relativa de dinero que una sociedad puede pagar. Por lo tanto, puede que no esté muy lejos una crisis económica en la ciencia. Bien podría ser que muchos centros de investigación continúen durante algunas décadas con un presupuesto constante o decreciente, pero con el tiempo reconocerán que no se pueden hacer avances sin aumentar los presupuestos, y entonces estos centros comenzarán a cerrarse, uno tras otro. Esto no sucederá muy rápido, será un proceso que posiblemente durará varias generaciones. Y este hundimiento no solo afectará a la ciencia, sino que será paralelo al de muchos otros aspectos de nuestra civilización. El fin de la ciencia significará el fin de la cultura europea moderna, el ocaso de una era iniciada en Europa alrededor del siglo XV y que se extiende hoy en día en todo el mundo: la era científica.
La edad de oro de la ciencia nunca volverá. Pero podríamos al menos tratar de preservar algo de su espíritu, en el que las mejores inteligencias puedan producir soluciones inteligentes a diversos problemas. Pensar en nuevas ideas con experimentos de bajo presupuesto o desarrollos intelectuales producidos por pocas personas tiene más mérito que los macroproyectos de megacostes de la gran ciencia actual. Muchos científicos podrían, posiblemente, quejarse de esta solución y decir: “Con un presupuesto bajo, no podemos crear ciencia innovadora”. Y la respuesta debería ser igualmente firme: “Si no puedes producir nuevas ideas o nuevos análisis de datos disponibles en ciencia, y tu única idea de avance es pedir más dinero para un aparato más caro que el anterior, entonces la única opción que te queda es abandonar la investigación”.
Publicado en Disidentia, 6-11-2019.. Las ideas presentadas aquí se desarrollan con mayor extensión en un artículo y en el libro The Twilight of the Scientific Age (en inglés).
Chegamos ao crepúsculo da era científica?
A história revela uma sucessão de amanheceres e crepúsculos em diferentes facetas da atividade humana. Olhando para trás, podemos ver quando e por que a ciência nasceu. Não sabemos precisamente quando ocorrerá seu fim, mas tal declínio é visto chegando, particularmente nas ciências puras. Depois de um verão muito quente, é sempre a hora das folhas caírem.
Hoje a ciência e alguns de seus sacerdotes gozam de uma posição elevada em nossa sociedade. Enormes quantias de dinheiro são investidas para apoiar pesquisas científicas fundamentais. O número de publicações, o número de grandes instrumentos e tecnologias criadas, o número de empregos de pesquisa, o controle preciso da nossa ciência em relação a outros tempos, poderiam ser considerados argumentos suficientes para mostrar que a ciência vive atualmente na era do ouro. No entanto, existem alguns sintomas que apontam para o declínio de nossa cultura científica:
Em primeiro lugar, nossa sociedade está se afogando em quantidades desordenadas de conhecimento, em que quase não há nada além de pouca pesquisa para avançar nossa visão de mundo, aspectos secundários que não produzem avanços nos fundamentos básicos da ciência pura.
Em segundo lugar, nos poucos campos em que houve algum progresso importante na compreensão de questões não resolvidas, grupos poderosos de administradores científicos controlam o fluxo de informações. Eles têm preconceitos inerentes que resultam em uma preferência por verdades consensuais, ao invés de ter discussões objetivas dentro de uma metodologia científica. Esse processo dá pouca garantia de que estamos obtendo novas verdades sólidas sobre a natureza das coisas.
Finalmente, se o processo científico atual continuar como está, a criatividade individual está condenada a desaparecer. Na verdade, cientistas verdadeiramente criativos estão sendo gradualmente substituídos por grandes corporações de administradores de ciência e políticos que se especializam em buscar maneiras de obter dinheiro de estados em megaprojetos com custos crescentes e retornos cada vez mais escassos.
Em essência, nossa ciência se tornou um animal sem alma, ou melhor, uma colônia de animais, um grupo de organismos que devoram os esforços humanos e não oferecem nada além de crescimento para o fim do crescimento. As organizações científicas se comportam como uma colônia de bactérias que se reproduzem até onde vai o alimento disponível. Quanto mais você os alimenta, mais eles crescem: mais alunos de doutorado, mais pesquisadores de pós-doutorado ou em posição fixa, mais artigos publicados, mais supercomputadores, mais telescópios, mais aceleradores de partículas, etc. E, se a torneira do dinheiro for fechada, o número de pessoas que dedicam seu tempo à ciência e seus subprodutos é reduzido proporcionalmente.
O processo na ciência hoje se resume em encontrar um pequeno nicho na natureza para analisar se há ou não alguma questão fundamental a ser resolvida, então publicar artigos sobre esses feudos, obter citações de colegas para obter empregos e dinheiro para gastar extra, conseguir dinheiro para empregar mais alunos de doutorado, pesquisadores de pós-doutorado, etc. E à medida que esses alunos e pesquisadores de pós-doutorado crescem, eles se tornam novos pesquisadores seniores, pedindo mais dinheiro, e assim por diante, a roda do destino gira. O significado de toda essa indústria é o da vida primitiva: apenas uma luta pela sobrevivência e a propagação de genes intelectuais.
Não é apenas uma crise de sentido e de espírito, também existe ou haverá uma crise nos negócios da ciência, pelo menos para as ciências puras. As ciências aplicadas e a indústria de aplicações de tecnologia são outra história, longe de estarem em declínio, estão vivenciando um surgimento sem paralelo, mas pertencem mais ao espírito da engenharia mercantil do que à curiosidade científica. As instituições científicas seguem a estrutura do capitalismo, portanto, devem crescer continuamente. O trabalho experimental em aspectos fundamentais das ciências puras torna-se cada vez mais caro, optando pelo caminho sem volta para se sustentar enquanto se mantém o aumento do investimento econômico e, quando se atinge o limite em que não pode mais crescer, a crise será inevitável.
Hoje, os países mais ricos pretendem investir cerca de 3% do PIB em pesquisa e desenvolvimento, dos quais 20% são dedicados às ciências puras. Esse gasto é muito maior do que no passado, tanto em termos absolutos quanto relativos, e tem crescido continuamente nas últimas décadas, com pequenas oscilações. É possível que tal investimento já esteja próximo do limite assintótico em termos da quantidade relativa de dinheiro que uma sociedade pode pagar. Portanto, uma crise econômica na ciência pode não estar distante. Pode ser que muitos centros de pesquisa continuem por algumas décadas com um orçamento constante ou decrescente, mas com o tempo eles reconhecerão que o progresso não pode ser feito sem aumentar os orçamentos, e então esses centros começarão a fechar, um após o outro. Isso não acontecerá muito rapidamente, será um processo que possivelmente durará várias gerações. E esse colapso não afetará apenas a ciência, mas será paralelo a muitos outros aspectos de nossa civilização. O fim da ciência significará o fim da cultura europeia moderna, o declínio de uma era que começou na Europa por volta do século 15 e agora está se espalhando pelo mundo: a era científica.
A idade de ouro da ciência nunca retornará. Mas poderíamos pelo menos tentar preservar algo de seu espírito, no qual as melhores inteligências podem produzir soluções inteligentes para vários problemas. Pensar em novas idéias com experimentos de baixo orçamento ou desenvolvimentos intelectuais produzidos por poucas pessoas tem mais mérito do que os macroprojetos de megacusto da grande ciência de hoje. Muitos cientistas poderiam reclamar dessa solução e dizer: “Com um orçamento baixo, não podemos criar ciência inovadora.” E a resposta deve ser igualmente firme: “Se você não pode produzir novas ideias ou novas análises dos dados disponíveis na ciência, e sua única ideia de adiantamento é pedir mais dinheiro por um aparelho mais caro do que o antigo, então a única opção que resta é abandonar a investigação ”.